Presos en cuerpos de cristales,
débil y frágil estructura,
nos sentimos inmortales
pero usamos armadura.
Un soplo divino sostiene
creer que somos especiales,
ser racional que mantiene
unos derechos potenciales.
Formamos gran civilización,
una técnica muy avanzada
nos transforma en gran nación
orgullosos de esta cruzada.
Pero basta que la noche
se quiebre bajo nuestros pies,
que furioso el mar nos choque
que el orgullo quede al revés.
y se desata el espanto
se derrumben los valores,
las voces, oración y llanto,
pánico, gritos, dolores...
y el simio-humano recorre
las calles saqueando despojos,
mientras miradas asombradas
evocan los antiguos miedos.
Pero entre los espejos rotos
en medio de noche desolada
con una lágrima en el pecho
el amor mantiene la esperanza.
Porque hay manos salvadoras que
hacen que estalla la generosidad
un pueblo se resiste a la furia
y demuestra nobleza y dignidad.
viernes, 12 de marzo de 2010
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