sábado, 19 de diciembre de 2009

Veinte y dos del doce del dos mil doce


¿Me perdí de algo mientras dormía?,
dime si las abejas aún no se han ido,
dime que nadie apretó el botón,
que tu cintura es cálida todavía.

No se han enfurecido los volcanes
cubriendo-nos de cenizas y lava.
que la tierra es nuestro sustento
sagrado verbo, nos brinda alimento.

El eje en su centro no se disloca,
que aún nos cobija esta gran roca,
el cometa anunciado paso de largo,
esta mañana el amor no es amargo.

El Dios Sol aún es nuestro centro.

Pero dime que algo ha cambiado,
que una energía sutil misteriosa,
entrega amor y es bondadosa,
invade los corazones y mente,
la humanidad actúa inteligente

No digas que nada cambió
que todo fue solo ilusión
erraron los hijos del sol
la profecía no se cumplió.

2 comentarios:

  1. Estremecedor poema Pedro.
    No creo en las profecías, aunque admiro muchísimo a los mayas, me es imposible creer en que algo está predicho cuando no creo en un destino pautado, cuando sólo confío en el día a día, en que ese destino lo vamos trazando cotidianamente.
    Sin embargo sí sé que el mundo está cambiando. Pero que el mundo está cambiando para peor, como lo sabés vos y como lo saben todos.
    Va a tener que existir ese día (quizás el del título de tu poema) en que todos los que sufrimos con un gran pesar que las sociedades sean la inmundicia que son, salgamos a hacer ese cambio que tanto necesitamos, que esa energía sutil y misteriosa invada esos corazones y esas mentes para que la humanidad actúe inteligentemente.
    Muy bueno Pedro, te felicito.
    Cariñso!

    ResponderEliminar
  2. Dice que ese cambio debe empezar en nuestros corazones y es contagioso, pero es agradable pensar que puede suceder ese cambio que aglutine a los humanos en pos de un mundo mejor, ojala que no sea un cataclismo el que produzca ese cambio, gracias por tu presencia Sol, me agrado tu huella.

    un abrazo fraternal
    saludos

    ResponderEliminar

Si tienes algo que decir dilo ahora no lo calles para siempre